En México, en 13 estados ya se cuenta con legislación que garantiza el derecho de las personas trans a modificar su nombre y sexo en el acta de nacimiento, reconociendo de esta manera su derecho a la identidad, fundamento para evitar la discordancia entre su identidad actual y el nombre con el que fueron registradas al nacer.
Las letras “TTT” en las siglas LGBTTTI hacen referencia a las personas transgénero, transexuales y travestis. Trans es una persona cuya identidad de género no coincide con la asignada al momento de nacer, y que hace una transición a otra, que no necesariamente tiene que ser masculina o femenina.
Recordemos que ser hombre o mujer está determinado por ideas, valores y comportamientos que la sociedad asigna a lo masculino y a lo femenino: no se nace mujer, dijo Simone de Beauvoir en 1949, se llega a serlo. En ese sentido, la identidad de género es aquella con la que cada persona se percibe y se reconoce a sí misma. Los derechos a la identidad de las personas no son una amenaza. Son solo eso, derechos que protegen otros derechos.
Sin embargo, ser persona trans tiene costos personales y sociales muy altos: el promedio de vida de las personas Trans en México es de 35 años (CIDH), la aceptación de su identidad incluso en espacios en los que deberían encontrar protección y apoyo, como es la familia, suelen significarles sus primeras experiencias de hostilidad y violencia; el acoso en espacios públicos es permanente y también la discriminación laboral.
Aunado a la garantía de su derecho a la identidad ante la Ley, es muy importante impulsar en todos los ámbitos un cambio cultural que permita su integración y reconocimiento social desde una perspectiva de derechos humanos.
La desconfianza a aquello que no entendemos, el miedo y las fobias a la diversidad cuesta proyectos, sueños y vidas. La máxima expresión de violencia hacia la comunidad trans se traduce en crímenes de odio, es decir, cuando una persona es violentada o hasta asesinada porque las expresiones de género que asume (su vestimenta, su cuerpo entre otras) no se corresponden con aquella que se le asignó a nacer. El sistema sexo género es un complejo orden de mandatos (lo masculino, lo femenino) que todas, todos y todes asumimos poco a poco conforme avanza la socialización y al producción de la cultura que nos estructura y que estructuramos desde que nacemos.
En este Gobierno reconocemos que la inclusión y visibilización de todas las comunidades que habitan nuestro territorio, sobre todo, aquellas que han sido relegadas históricamente, es esencial para construir ese modelo de sociedad que estamos impulsando bajo el liderazgo del presidente Andrés Manuel Lopez Obrador, que se resume muy bien en su lema: “no dejar a nadie fuera, no dejar a nadie atrás.
Una muestra clara de nuestra convicción es la serie: “Yo. Ellas. Nosotras”, a cargo de Canal Once y en colaboración con el Instituto Nacional de las Mujeres, que tiene un contenido innovador y que muestra historias de nueve mujeres trans pocas veces visibilizadas en medios de comunicación, con una narrativa que no estigmatiza y permite mostrar la diversidad, la discriminación hacia esta comunidad, y los éxitos que han logrado.
Creemos firmemente que nuestra visón de país, debe estar regida por el reconocimiento de los derechos humanos de todas las personas que habitan nuestro territorio, garantizando su derecho a ser quien decidan ser, sin etiquetas y sin discriminación.
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