El titular de la ONU recuerda que desde el golpe de estado en 2021 la situación humanitaria, de derechos humanos y de seguridad se ha deteriorado en Myanmar. Cerca de un millón de refugiados rohinyá siguen viviendo en campamentos en Bangladesh y más de 140.000 desplazados internos continúan confinados en acampamientos en Rakhine
Cuando se cumple el quinto aniversario del masivo desplazamiento forzoso de rohinyás y personas de otras comunidades del estado de Rakhine, en Myanmar, hacia Bangladesh, el Secretario General de la ONU emplazó a la comunidad internacional a seguir buscando soluciones integrales, duraderas e inclusivas a la crisis.
En un comunicado emitido por la Oficina del Portavoz de António Guterres se recuerda que, tras la toma de posesión militar en febrero de 2021, la situación humanitaria, de derechos humanos y de seguridad en Myanmar se ha deteriorado.
“Cerca de un millón de refugiados siguen acogidos en Bangladesh, sin perspectivas inmediatas de retorno, mientras que más de 150.000 rohinyás siguen confinados en campamentos en Rakhine”, alertó el titular de la ONU.
El Secretario General constató “las aspiraciones a un futuro inclusivo entre los numerosos grupos étnicos y religiosos del país” y subrayó “que la participación plena y efectiva del pueblo rohinyá es parte inherente de una solución a la crisis impulsada por Myanmar”.
Guterres calificó de “crucial” el hecho de conseguir un mayor acceso humanitario a las zonas afectadas por parte de las Naciones Unidas y sus socios y recordó que los autores de todos los crímenes internacionales cometidos en Mynamar deben rendir cuentas.
“La justicia para las víctimas contribuirá a un futuro político sostenible e inclusivo para el país y su pueblo”, concluyó el Secretario General.
Elogio a la solidaridad de Bangladesh
La enviada especial del Secretario General para Myanmar, Noeleen Heyzer, destacó que Bangladesh continúa mostrando “una gran generosidad y liderazgo en la acogida de refugiados”, una situación que precisa una “renovada atención internacional” y “un reparto equitativo de la carga por parte de los países de la región y del extranjero”.
“La generosidad de Bangladesh y de las comunidades de acogida hacia los refugiados rohinyás en estos momentos de necesidad revela la imperiosa demanda de un mayor compromiso internacional y regional para compartir la carga y garantizar que los rohinyás no caigan en el olvido”, declaró.
Cerca de un millón de refugiados rohinyá siguen viviendo en campamentos en Bangladesh, con decenas de miles más en toda la región, y más de 140.000 desplazados internos que siguen confinados en campamentos en Rakhine.
Heyzer, recordó que los rohinyás siguen emprendiendo peligrosos viajes por tierra y mar y que siguen expuestos a diversas formas de explotación, como la trata de personas y la violencia de género.
La enviada Especial enfatizó que la responsabilidad de establecer las condiciones propicias para el retorno voluntario, seguro, digno y sostenible de todos los refugias y desplazados a su país recae en última instancia en Myanmar.
Los fondos del Plan de Respuesta para Bangladesh solo están al 49%
Durante su visita a los campos de refugiados en Bangladesh, Heyzer pudo observar el duro trabajo que desempeñan las agencias de las Naciones Unidas entre muchos actores humanitarios.
“En este contexto tan complicado desde el punto de vista operativo, he visto la resistencia y la esperanza de los rohinyás, así como las actividades innovadoras y de empoderamiento llevadas a cabo por los organismos de las Naciones Unidas y sus socios, y el liderazgo de las autoridades bangladesíes, todo ello mientras los refugiados permanecen en Bangladesh y esperan soluciones duraderas a su difícil situación”, destacó.
Los refugiados compartieron sus testimonios sobre las horrendas experiencias que sufrieron cuando fueron desarraigados de sus hogares, expresaron repetidamente su deseo de regresar a Myanmar con seguridad y dignidad, y sus mensajes fueron muy claros: “regresar a sus hogares, tener libertad de movimiento y derechos de ciudadanía”.
Hayzer destacó la importancia de la educación y la formación profesional como herramientas de preparación para su regreso a Myanmar que sirva para mejorar sus oportunidades a lo largo de su vida y de preparación para contribuir a un futuro más inclusivo y pacífico.
La actual situación en que viven los refugiados y las comunidades de acogida requiere un apoyo constante de la comunidad internacional. El Plan de Respuesta Conjunta para la Crisis Humanitaria Rohinyá en Bangladesh de 2022, que busca más de 881 millones de dólares para satisfacer las necesidades de más de un millón de personas, incluidos los refugiados rohinyá y las comunidades de acogida más afectadas, sólo está financiado hasta ahora en un 49%.
Las mujeres que sufrieron violencia sexual exigen justicia
Por su parte, la representante especial del Secretario General sobre la Violencia Sexual en los Conflictos, Pramila Patten, solicitó a la comunidad internacional seguir actuando en solidaridad con el pueblo rohinyá e instó a intensificar los trabajos relacionados con la justicia y la rendición de cuentas para los supervivientes de la violencia sexual
“Agradezco la respuesta extremadamente generosa del Gobierno de Bangladesh a la crisis de los refugiados rohinyás, en un contexto de recursos limitados. En estas circunstancias, insto a la comunidad internacional a emprender acciones y a continuar solidarizándose con los rohinyás supervivientes de graves crímenes internacionales con el fin de garantizar el acceso a la justicia y a la reparación, lo que es fundamental para la recuperación y la paz “, afirmó.
Durante sus visitas a los campos de refugiados en 2017 y 2018, Patten fue testigo de las “cicatrices visibles en las mujeres y las niñas por la violencia sexual que sufrieron. Todas las mujeres con las que hablé dijeron que querían ver a los autores castigados. Todas -sin excepción- exigían justicia”, añadió.
Desde 2010, los informes anuales del Secretario General sobre la violencia sexual relacionada con el conflicto han documentado patrones de crímenes de violencia sexual en Myanmar. Además, en 2019, la Misión Internacional Independiente de Investigación sobre Myanmar concluyó que “la violación y la violencia sexual forman parte de una estrategia deliberada para intimidar, aterrorizar o castigar a la población civil, y se utilizan como táctica de guerra”
Patten indicó que actualmente la sociedad birmana ha empezado a instar a sus dirigentes a reconocer a los rohinyás como una nacionalidad étnica, con derecho a la ciudadanía y a otros derechos colectivos e individuales, y a que garanticen la rendición de cuentas y la reparación de los crímenes cometidos contra ellos.
“Debemos atender el llamamiento del pueblo de Myanmar y trabajar colectivamente para garantizar la justicia que se ha retrasado durante demasiado tiempo. Reitero mi llamamiento para que la comunidad internacional redoble sus esfuerzos para seguir apoyando la dignidad y el bienestar de la comunidad rohinyá y para que garantice que los autores rindan cuentas y que los supervivientes tengan acceso efectivo a reparaciones y compensaciones “, concluyó la representante especial.
Fuerte dependencia de la ayuda humanitaria y el peligro de los monzones
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones recordó que los refugiados rohinyás en Bangladesh siguen dependiendo totalmente de la ayuda humanitaria.
Los grupos o personas con más necesidades específicas son los discapacitados, los hogares encabezados por mujeres o las personas sin acceso a oportunidades de subsistencia, lo que les hace vulnerables a caer en las redes de trata de personas.
Estas organizaciones emplean diferentes tácticas para atraer a los refugiados a trabajar fuera del campamento y en el extranjero utilizando falsos reclamos, la coacción y el secuestro. La Organización identificó y asistió a más de 1300 víctimas de la trata.
Con la temporada de monzones en marcha, que ya han provocado inundaciones históricas en el noreste de Bangladesh, las fuertes lluvias podrían suponer un mayor peligro para los hogares temporales de los rohinyás hechos de láminas de lona y bambú.
En 2021, las fuertes lluvias monzónicas en los campamentos provocaron inmensas inundaciones que afectaron a casi 30.000 personas; 19.000 fueron desplazadas de nuevo y perdieron sus hogares.
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