noviembre 21, 2024

La UE asesta el primer castigo a Rusia por la nueva agresión a Ucrania

Los Veintisiete lanzan una batería de sanciones que incluirá la prohibición al Estado y al Gobierno ruso de acceder a los mercados financieros europeos y un embargo comercial a las dos regiones separatistas

La Unión Europea ha asestado este martes el primer golpe político y económico a Rusia como represalia por la decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de reconocer la independencia de una parte de Ucrania, controlada desde hace años por separatistas prorrusos. Los ministros de Exteriores de la UE, convocados a una reunión extraordinaria en París por el jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, han dado el visto bueno a una primera batería de sanciones que incluye la prohibición de entrada en territorio comunitario a decenas de altos cargos y políticos rusos, el veto a ciertas entidades financieras y al Estado ruso para operar en el mercado financiero y el sector servicios europeo, y un embargo comercial a las dos provincias ucranias declaradas en rebeldía.

El veto y la congelación de bienes afecta a los 351 diputados del Parlamento ruso que apoyaron el reconocimiento de la independencia, a 37 altos cargos y entidades del sector de la defensa y de las finanzas, según ha detallado Borrell al término del consejo de ministros de Exteriores. “La grave violación [del orden internacional] cometida por Rusia no se quedará sin respuesta”, ha señalado Borrell. Y ha pronosticado que “el paquete de sanciones golpeará a Rusia y la golpeará muy fuerte”.

Tras la luz verde política de los ministros de Exteriores, el plan de sanciones se tramitará y aprobará rápidamente. Y se espera que esté en vigor en cuestión de días. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, no considera necesario convocar una cumbre europea para aprobar las medidas planteadas por Borrell, según apuntan fuentes comunitarias. Michel y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, han celebrado en un comunicado “la rapidez y robusta reacción” de los 27 países de la UE.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha asegurado por su parte que dispone de pruebas de que están llegando más tropas rusas a territorio ucranio. “Ya estaban en el Donbás, porque los separatistas están controlados desde hace años por fuerzas especiales rusas, pero vemos que se están incorporando fuerzas adicionales”, ha señalado el líder de la Alianza tras una reunión extraordinaria de la comisión OTAN-Ucrania. Stoltenberg ha señalado que “Rusia ha pasado de un intento encubierto de desestabilizar a Ucrania a una acción militar”. El secretario general se ha mostrado convencido de que “Rusia sigue planeando un ataque total contra Ucrania”. Y ha subrayado que la situación “tiene graves consecuencias para la seguridad de Europa”.

Las sanciones aprobadas políticamente por la UE son contundentes pero limitadas. Bruselas, al igual que Washington, considera que el reconocimiento de la independencia de dos regiones ucranianas es una grave violación de la integridad territorial del país agredido, pero que no supone todavía el detonante para las represalias comerciales enormes y sin precedentes que han prometido en caso de una invasión de Ucrania en toda regla. El envío de tropas rusas al Donbás tampoco se valora como una escalada irreparable del conflicto porque esa parte del territorio ucranio ya estaba bajo control de separatistas prorrusos.

Borrel ha señalado que “las sanciones hacen daño económico y golpean a las personas incluidas en la lista”. Pero ha reconocido que “nos hemos reservado capacidad de reacción, tenemos un amplio arsenal y no hemos querido gastarlo todo de golpe porque tenemos que ver cómo evolucionan los acontecimientos”. El Alto Representante se teme lo peor porque “Rusia está siguiendo el patrón de comportamiento de 2008 y 2014″, en alusión a los ataques contra Georgia y Ucrania que le dieron a Moscú el control de parte del territorio de esos países.

La UE ya había sancionado a 193 ciudadanos rusos por su relación con las agresiones contra la integridad territorial de Ucrania. Todas ellas tienen prohibida la entrada en la UE y las autoridades nacionales europeas pueden embargar sus activos en territorio comunitario. Además, la lista de sanciones ya incluía 48 empresas o entidades rusas vetadas para operar en el mercado europeo. El nuevo listado “aumentará sustancialmente”, según fuentes comunitarias, y podría incluir desde medio centenar de altos cargos hasta centenares de parlamentarios rusos que respaldaron el reconocimiento de la independencia de las provincias de Donetsk y Lugansk.

De manera significativa, se incluye también la prohibición al Estado y al Gobierno rusos de acceder a los mercados europeos de capital, una medida que no se había previsto inicialmente. Estados Unidos sí que anunció ese castigo la misma noche del lunes, nada más conocerse el reconocimiento de la independencia de los dos territorios ucranios. Fuentes diplomáticas reconocen que ha habido contactos durante la pasada noche con Washington para coordinar las represalias y mostrar un frente unido ante Moscú.

Contención

A pesar de la contención en las sanciones comunitarias, el grave deterioro de las relaciones entre Occidente y el régimen de Putin parece llamado a cobrarse numerosas víctimas económicas. Borrell ha emitido en el mediodía del martes un largo y duro comunicado en nombre de la UE en el que se “condena” la decisión de Putin de reconocer la independencia de parte del territorio ucranio y le acusa de “violar” compromisos internacionales que había dado por buenos recientemente, como la resolución de la ONU que obliga a cumplir los acuerdos de paz de Minsk, en los que se preveía la devolución a Kiev de los territorios separatistas.

La UE “urge” a Moscú a dar marcha atrás en el reconocimiento, un cambio que no parece previsible, por lo que la tensión con Europa podría aumentar. De entrada, el canciller alemán, Olaf Scholz, ha anunciado este martes que ha dado la orden de paralizar los trámites de autorización del gasoducto Nord Stream 2 que conecta Rusia con Alemania a través del Báltico. Se trata de una infraestructura terminada, pero que podría no llegar a funcionar nunca si Moscú no frena las agresiones contra los países vecinos.

El veto al nuevo gasoducto simboliza la decisión de los occidentales de castigar a Rusia incluso en un sector tan sensible para la economía europea como el energético, dada la dependencia del petróleo y gas ruso, que cubren, respectivamente, el 26% y el 40% de las importaciones de la UE de esos combustibles. Desde la Comisión ya se ha indicado que, en caso de invasión rusa de Ucrania, ya no habrá ningún tabú ni límite en cuanto a las sanciones, lo que podría llevar incluso a limitar la relación comercial con Rusia, el gran suministrador energético de la UE.

Bruselas cree que las reservas actuales de gas cubrirían las necesidades de suministro de Europa incluso en caso de una grave interrupción del flujo procedente de Rusia. La Comisión Europea se muestra confiada a pesar, incluso, de que las reservas se encuentran diez puntos porcentuales por debajo de la media de los últimos años. La apuesta se basa en el aumento de la llegada por barco de gas licuado desde suministradores alternativos, como Estados Unidos o Qatar.