El 1 de noviembre es festivo nacional. Esta festividad, como ocurre con muchos otros días no lectivos, tiene un origen puramente religioso
Cuanto más se acerca el final de año más deseamos que lleguen los días festivos. Después de la ‘vuelta al cole’ de septiembre, tras el periodo más largo de vacaciones, empezamos a hacer una cuenta atrás para esos días en los que ni la oficina ni la universidad o la escuela son un plan a tener en cuenta. Y lo cierto es que en este tramo final del año es cuando más aparecen, tal y como se puede ver en el calendario laboral. Después del puente del Pilar gracias al 12 de octubre, llega a principios de noviembre otro fin de semana largo, el puente de Todos los Santos, gracias al primer día del mes. Noviembre es el penúltimo mes del año y el penúltimo con días de fiesta nacionales —aunque en Madrid también es fiesta el 9 de noviembre, Día de la Almudena—: en diciembre se concentran las tres últimas fiestas del año, con los días 6 y 8 de diciembre (que este año caen en lunes y miércoles), y el día de Navidad.
¿Pero qué se celebra este primer día de noviembre? Como ocurre con la mayor parte de las celebraciones en España, el 1 de noviembre, Día de Todos los Santos, es una fiesta eminentemente religiosa. No solo en España sino en la mayor parte de países de tradición cristiana, el primero de noviembre es un día en el que se homenajea a los santos, conocidos y desconocidos.
La proclamación de la fiesta de Todos los Santos procede del papa Gregorio IV, quien en el año 835 dio instrucciones para ello en tiempos de Luis, el Piadoso. Si bien no hay una historia firme sobre el origen de la festividad del 1 de noviembre, se cree que el papa Gregorio IV escogió este día porque coincidía con una de las festividades de los pueblos germanos y durante estos años, el objetivo de la Iglesia era ir eliminando todas las celebraciones paganas.
Una de las dudas que surgen en un día como este es a quién se puede considerar santo. Quizás pueda creerse que santo es algo mucho más importante de lo que es, pero según la Iglesia católica, para ser santo solo hay que hacer una cosa: “participar de la santidad de Dios”. En este sentido, Peter Kreeft, profesor de Filosofía centrado en filosofía católica, asegura que ser santo “no es gente rara ni excepcional”. “Los santos son el modelo operativo estándar para los seres humanos”, indica. De hecho, siendo más concretos, afirma que en el sentido bíblico de la palabra “todos los creyentes son santos“.
Aunque fue Gregorio IV el que extendió esta festividad, fue incluso antes cuando se empezó a celebrar, a raíz de la Gran Persecución, como se conoce a la persecución de Diocleciano, una de las últimas persecuciones de cristianos en el Imperio romano. En esta fecha es común acudir a los cementerios para visitar las tumbas de los seres queridos que han fallecido.
Día de Difuntos
Es importante tener en cuenta que el Día de Todos los Santos no es lo mismo que el Día de Fieles Difuntos, también conocido como Día de los Muertos o de las Ánimas. Este se celebra el día 2 de noviembre y su objetivo es orar por los fieles que ya no siguen en la vida terrenal. Durante esta jornada se celebran las denominadas misas de réquiem, es decir, un ruego por el alma de los muertos, a no ser que el día 2 de noviembre caiga en domingo, en cuyo caso no se pueden celebrar este tipo de ceremonias.
México es el lugar por excelencia del homenaje a los muertos. El Día de Difuntos en suelo mexicano es una tradición prehispánica que procede de la costumbre de guardar los cráneos de los muertos como trofoeos. La tradición dice que los muertos van llegando cada doce horas entre el 28 de octubre y el 2 de noviembre, siempre en orden: primero los que fallecieron por causas trágicas (accidentes, por ejemplo); después lo hacen los ahogados; los dos últimos días del mes comienzan a llegar las almas de los que se encuentran en el limboi, niños no bautizados, olvidados o sin familia, y por último, los días 1 y 2 de noviembre, cuando llegan primero los niños muertos y después, los adultos.
La historia de los difuntos en México está muy relacionada con la figura de ‘La Catrina’, la eterna caricatura mexicana que simboliza a la muerte con una figura femenina cuyo nombre original fue ‘La calavera garbancera‘. Si bien el padre de ‘La Catrina’ original fue José Guadalupe Posada, se atribuyen los tradicionales esqueletos femeninos, cargados de flores y colores, a Diego Rivera, el conocido muralista que se casó en dos ocasiones con Frida Kahlo.
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